Skay sabe muy bien hacia dónde va

martes, 19 de octubre de 2010


Atravesando distintos matices e inaugurando nuevos estilos dentro de su carrera, Skay Beilinson sorprende con “¿Dónde vas?”, su cuarta producción discográfica luego de la separación de la que fuera una de las más grandes bandas de rock del país.

Como se dio a conocer en los días anteriores, el álbum está enmarcado dentro de una excelente concepción visual, a cargo de Rocambole, quien ya había tomado el mando en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, así como en los pasados discos del artista. Un reloj de arena que funciona, el mismísimo compact-disc presentado dentro de una especie de tela y un booklet preparado a mano, son sólo algunos de los detalles que se tuvieron en cuenta a la hora de darle vida a la producción discográfica.

El álbum se despierta con “Luna en Fez”, una hipnótica canción con marcados rasgos marroquíes, egipcios y árabes, sumiéndose su letra dentro de una atmósfera plagada de sonidos y efectos de semejante magnitud.

“Aunque me quisieron adiestrar, nunca me pudieron domesticar…”. Así comienza “En el camino”, el segundo track que oímos, impregnándose (junto a “Aves migratorias”) en una calidad sonora muy similar a la que ya se pudo escuchar dentro de “La marca de Caín”, su anterior lanzamiento.

El álbum fue grabado en los Estudios Conde, acompañando al guitarrista y vocalista músicos como Claudio Quartero en bajo, Javier Lecumberry en teclados, Oscar Reyna en guitarras y Topo Espíndola en batería.

Algunas de las canciones ya habían podido ser disfrutadas por los que asistieron a los recitales previos al lanzamiento del álbum. Tal es así que temas como “Suelo chamán”, “Lejos de casa”, “Territorio caníbal” y “La rueda de las vanidades” ya habían formado parte del repertorio de la banda anteriormente.

La carrera hacia el final continúa con “Tarde de lluvia”, haciendo su letra una melancólica y extendida descripción del título, puesto que las líricas siempre han sido un punto fuerte en lo que concierne al grupo.

Hurgando dentro de los confines más clandestinos del corazón, llega “El viaje de Mary”, una ruda y prolija interpretación que, sin dar respiro, plaga al álbum de toques de urbanidad y exasperación.

Luego de una sección llena de sonidos ásperos, llega “La pared rojo lacre”, con una guitarra acústica que finaliza sumergiéndose dentro de un mar de adrenalina.

“Aplausos en el Cosmos” hace su entrada triunfal sobre el final del disco, con sonidos y sampleos -quizás haciendo apología a su magnífica portada, el final del disco posee el sonido de un reloj-, que emulan la última época de la banda que lo llevó a Skay a la gloria, asegurándole un trono bien merecido dentro del emporio del rock.

Como conclusión, en éstos cuarenta y dos minutos, Skay nos demuestra que realmente sabe hacia dónde va, y que sigue vigente como ninguno, con la plena convicción de que su trabajo tendrá más seguidores que detractores. Seguramente, los aplausos llegarán hasta desde el cosmos.

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