Jools Holland en el Gran Rex

martes, 19 de octubre de 2010


Muchos de los que ocuparon las butacas del Gran Rex, sólo relacionaban su nombre a ese maravilloso show de la televisión británica, Later… With Jools Holland, donde aterrizan todas las estrellas del universo musical para tocar en vivo. Los más informados, quizá recuerden cuando empuñó sus primeras armas desde los teclados de Squeeze, aquel combo new wave de tan errática trayectoria.



Seguramente, quienes tengan este segundo link en la cabeza, también dispondrán de la data acerca de un gran pianista que, mucho más allá de su fama de presentador de TV, edificó una carrera solista que abreva en los estilos tradicionales con una admirable desenvoltura y conocimiento de la historia grande de la música popular. Durante la noche del jueves en la calle Corrientes, hubo Jools Holland para complacer a todos y cada uno.



En casi dos horas, la estrella inglesa brindó uno de esos conciertos que todo buen amante del arte de los sonidos tendría que ver antes de dejar este mundo. Con 18 músicos en escena y una disposición a la usanza de los años dorados de las Big bands, Holland desplegó todo su catálogo de swing y paseo su inconfundible charme por estilos como el boogie boogie, el rhythm & blues y hasta se le animó al free jazz y el hard bop, sub géneros que prendieron mucho en Inglaterra, justamente, cuando él era un niño, allá por los sesenta.



Así, secundado por este combo multirracial que denominó Rhythm & Blues Orchestra, el interprete homenajeó a Edith Piaf (la adaptación libre en acordeón y piano de “La vie en rose” excede cualquier elogio) y Muddy Waters, mientras por el escenario iban pasando cantantes invitadas que, a su turno, se cargaban de ovaciones. En dicho rubro, la participación de la morena Louise Marshal fue sublime, dejando parado el neo soul en un estrado al que Amy Winehouse jamás podrá llegar, ni aunque le venda su alma heroinómana al diablo.



Mientras cada integrante del elenco iba esparciendo su magia por turnos (todavía estamos aplaudiendo el gran sólo de batería de Gilson Lavis), Holland pelaba su chapa de showman interactuando constantemente con la audiencia e introduciendo al espectador en cada canción. Para el broche de oro final, sacó de la manga “Enjoy yourself (it's later than you think)”, aquel clásico fiestero de The Specials que esta vez, en lugar de ser interpretado por cockneys enfundados en Fred Perry, tuvo su versión deluxe en cincuentañeros vestidos de negro con un alto sentido del swing. Una velada inolvidable.

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