No saltaron al estrellato de la noche a la mañana ni tomaron atajos; El Cuarteto de Nos tardó veintiséis años, doce discos y varios hits en alcanzar la meta que toda banda local aspira lograr: llenar un Luna Park. A fuerza de humildad, trabajo duro y buenas melodías, el combo rioplatense desembarcó el pasado sábado por la noche en el estadio de la Calle Corrientes para presentar Bipolar y celebrar su excelente momento.
Un rato antes que comience el show, el panorama era desconcertante en las inmediaciones del estadio: había familias con hijos pequeños, adolescentes y adultos. Adentro, sin embargo, la heterogeneidad del público quedó anulada entre la comunión y los cantos. “Mirenme” (con Santullo como invitado, que también hizo de banda soporte) fue la canción elegida para dar el puntapié inicial del show en un Luna que desbordaba de gente.
Con Bipolar como excusa, la banda comandada por Roberto Musso aprovechó la ocasión para hacer un repaso de su amplia trayectoria, desempolvando viejos éxitos que alternaron con los más recientes. En un clima de festejo, humor –con la simpatía de Musso y Santiago Tavella al frente de los micrófonos- y repleto de energía rockera, se sucedieron los temas: “Ya no se qué hacer conmigo” marcó uno de los grandes pogos de la noche, el groove cumbiero llegó de la mano de “Bipolar”, “Solo un rumor” mostró el lado más poppy del grupo, el electro-rock se hizo presente con “Nada me da satisfacción” y “No quiero ser normal” y “Primavera” configuraron el recreo acústico.
Para el final, llegaron algunas de las más festejadas: “Invierno del ‘92”, la parodia narcisista “Me amo”, “Yo soy Alvin el batero” (el bolero humorístico interpretado por Alvin, el “baterista loser”) y para cerrar, “Yendo a la casa de Damián”, que hizo arder el Luna. Veintiséis años, doce discos y varios hits después, El Cuarteto de Nos finalmente obtuvo su merecida consagración el sábado, con la gracia, la pluma irreverente y las ganas de rockear intactas como el primer día.
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