Dice José Hernández: “Gracias le doy a la virgen, gracias le doy al señor, porque entre tanto rigor y habiendo perdido tanto, no perdí mi amor al canto, ni mi voz como cantor”, en un verso que suele ser de cabecera para Andrés Calamaro, cuando se expone y lo cuela en “Estadio Azteca”. Casualmente, uno de los bises de la memorable noche del 4 de mayo en el Metropolitano rosarino, ante más de 9 mil personas.
Andrelo fue un caballero permanente. Educado y centrado, agradeció, formalmente, a los “hombres y mujeres” presentes con reverencias y andar de torero, ataviado en un chaleco elegante, con gafas y el pelo más corto. Detrás de su guitarra cómplice, en la mayoría de la lista, relevó un repertorio compuesto por las canciones que “no navegan por las rutas tradicionales de la radiofonía”. Un compilado b-side, minuciosamente seleccionado por el prolífico artista argentino junto a su grupo.
La organización también fue un éxito, no sólo por el VIP con islas gastronómicas abarrotadas de gente, sino también por las luces y el sonido impecables. Parafraseando a Charly García, que denunció: “Calamaro… lo tuyo no es rock”. Definitivamente no lo es. Pero ¿qué es el rock como género? Muy bien no se sabe, y la respuesta no la tiene Andrelo, una maravillosa perla de la música popular, de las pocas que subsisten en esta era digital, pero de la que él tampoco reniega.
Ambas aristas del concierto fueron canciones de otros. El inicio con “El saltarín jack Flash” de Jagger y Richards, y la falsa despedida con “Puentes sobre aguas turbulentas” de Simon & Garfunkel. El resto, un selecto set de infames composiciones (que carecen de honra, crédito y estimación, vaya a saberse por qué) para muchos, pero inefables para todos.
Al frente de una banda plena con dos guitarristas que se complementan. Un más clásico y blusero, Diego García, el otro, un tanto más rocker, Julián Kanevsky, el bajo del escénico de Candy Caramelo, los teclados punzantes de Tito Davila, y los parches del histórico Niño Bruno, que penetró los tímpanos con su bombo y se atrevió al doble pedal en un lapso de la siempre hermosísima “Paloma”.
Gran parte del show (que arrancó puntualísimo y con el cartel del sold out en boleterías), el Salmón, rockeó con su guitarra. Atrás quedó esa imagen de tecladista y vocero inerte. Andrés ahora disfruta y seduce, no sólo describe rimas chispeantes, sino que justifica ser un regio frontman. En este viaje calamariano, con impronta reggae, se entonó el medley “Nunca es igual/Get up stand up”. Hubo funk en “Más duele” y “Flaca”, remembranzas tangueras en una versionada “Volver”, a 220 voltios, y serenata azteca con “Te solté la rienda” (de José Alfredo Jimenez, grabado junto a Enrique Bunbury en el nuevo disco), además de varios estrenos del, presto a lanzarse, en junio, “Calamaro on the rock”, entre ellos “Los divinos”, “Me envenaste” y “Todos se van” que conservan la línea del “greatest hits” que fue “La lengua popular”.
Según Calamaro, que no pasa de moda, el del martes, fue un “repertorio, estratégicamente formulado para tener al público en silencio”. Un auditorio renovado y “tan joven que no parece cumplir años” y “que no reacciona con las canciones dinamita de Los Rodriguez”, entre ellas en la noche del Metro, “Mi rock perdido”, “Algún lugar encontraré” y “Mi enfermedad”.
Algunas canciones sonaron más dark o menos retocadas, sobretodo en los arreglos en balada de la tribunera “Te quiero igual”, trasladada a un tempo más lisérgico. Otras, parecían ser hipnóticas, casi 10 mil personas cantaron “Crímenes perfectos”, en uno de los momentos cúlmines y más sublimes de la noche.
Fue un concierto elegante y exquisito. Calamaro tiene un gran manejo en el escenario y hábitos de auténtica estrella, aunque a veces es uno más en su precisa banda. Bregó por volver “a fumar… tabaco (aclaró) para prender la llama de los encendedores”, una litúrgica ceremonia, olvidada, en manos de la tecnología, y en pasajes, su voz, desencadenó vaivenes emotivos destacables. “Ya estoy yo para grandes canciones, para revelar emociones” suena “Para seguir”. No hubo demagogia. Esta gira tiene un vuelo internacional. Fue algo íntimo pero masivo, son esas bellas contradicciones que suelen expresar los grandes artistas, y hoy por hoy, A.C. es, sin lugar a dudas, el mayor exponente musical argentino, la lengua popular.
A poco menos de un mes de la salida de On the rocks, Andres Calamaro ya inició las labores promocionales en torno al lanzamiento de su nuevo material discográfico. El músico dio comienzo a una gira por el país y alrededores en Junin el pasado fin de semana que culminará con un show en el Estadio Luna Park el próximo 11 de junio.
On the rocks es el título de lo nuevo del ex Rodriguez que el 1ero de junio aterrizará en las bateas. Con invitados de la talla de Calle 13, Pereza, Diego El Cigala, Vicentico y Enrique Bunbury, el álbum contendrá doce canciones de diversos estilos, entre ellas, “Los divinos", el primer corte de difusión que ya suena en las radios de todo el país.
Andrelo fue un caballero permanente. Educado y centrado, agradeció, formalmente, a los “hombres y mujeres” presentes con reverencias y andar de torero, ataviado en un chaleco elegante, con gafas y el pelo más corto. Detrás de su guitarra cómplice, en la mayoría de la lista, relevó un repertorio compuesto por las canciones que “no navegan por las rutas tradicionales de la radiofonía”. Un compilado b-side, minuciosamente seleccionado por el prolífico artista argentino junto a su grupo.
La organización también fue un éxito, no sólo por el VIP con islas gastronómicas abarrotadas de gente, sino también por las luces y el sonido impecables. Parafraseando a Charly García, que denunció: “Calamaro… lo tuyo no es rock”. Definitivamente no lo es. Pero ¿qué es el rock como género? Muy bien no se sabe, y la respuesta no la tiene Andrelo, una maravillosa perla de la música popular, de las pocas que subsisten en esta era digital, pero de la que él tampoco reniega.
Ambas aristas del concierto fueron canciones de otros. El inicio con “El saltarín jack Flash” de Jagger y Richards, y la falsa despedida con “Puentes sobre aguas turbulentas” de Simon & Garfunkel. El resto, un selecto set de infames composiciones (que carecen de honra, crédito y estimación, vaya a saberse por qué) para muchos, pero inefables para todos.
Al frente de una banda plena con dos guitarristas que se complementan. Un más clásico y blusero, Diego García, el otro, un tanto más rocker, Julián Kanevsky, el bajo del escénico de Candy Caramelo, los teclados punzantes de Tito Davila, y los parches del histórico Niño Bruno, que penetró los tímpanos con su bombo y se atrevió al doble pedal en un lapso de la siempre hermosísima “Paloma”.
Gran parte del show (que arrancó puntualísimo y con el cartel del sold out en boleterías), el Salmón, rockeó con su guitarra. Atrás quedó esa imagen de tecladista y vocero inerte. Andrés ahora disfruta y seduce, no sólo describe rimas chispeantes, sino que justifica ser un regio frontman. En este viaje calamariano, con impronta reggae, se entonó el medley “Nunca es igual/Get up stand up”. Hubo funk en “Más duele” y “Flaca”, remembranzas tangueras en una versionada “Volver”, a 220 voltios, y serenata azteca con “Te solté la rienda” (de José Alfredo Jimenez, grabado junto a Enrique Bunbury en el nuevo disco), además de varios estrenos del, presto a lanzarse, en junio, “Calamaro on the rock”, entre ellos “Los divinos”, “Me envenaste” y “Todos se van” que conservan la línea del “greatest hits” que fue “La lengua popular”.
Según Calamaro, que no pasa de moda, el del martes, fue un “repertorio, estratégicamente formulado para tener al público en silencio”. Un auditorio renovado y “tan joven que no parece cumplir años” y “que no reacciona con las canciones dinamita de Los Rodriguez”, entre ellas en la noche del Metro, “Mi rock perdido”, “Algún lugar encontraré” y “Mi enfermedad”.
Algunas canciones sonaron más dark o menos retocadas, sobretodo en los arreglos en balada de la tribunera “Te quiero igual”, trasladada a un tempo más lisérgico. Otras, parecían ser hipnóticas, casi 10 mil personas cantaron “Crímenes perfectos”, en uno de los momentos cúlmines y más sublimes de la noche.
Fue un concierto elegante y exquisito. Calamaro tiene un gran manejo en el escenario y hábitos de auténtica estrella, aunque a veces es uno más en su precisa banda. Bregó por volver “a fumar… tabaco (aclaró) para prender la llama de los encendedores”, una litúrgica ceremonia, olvidada, en manos de la tecnología, y en pasajes, su voz, desencadenó vaivenes emotivos destacables. “Ya estoy yo para grandes canciones, para revelar emociones” suena “Para seguir”. No hubo demagogia. Esta gira tiene un vuelo internacional. Fue algo íntimo pero masivo, son esas bellas contradicciones que suelen expresar los grandes artistas, y hoy por hoy, A.C. es, sin lugar a dudas, el mayor exponente musical argentino, la lengua popular.
A poco menos de un mes de la salida de On the rocks, Andres Calamaro ya inició las labores promocionales en torno al lanzamiento de su nuevo material discográfico. El músico dio comienzo a una gira por el país y alrededores en Junin el pasado fin de semana que culminará con un show en el Estadio Luna Park el próximo 11 de junio.
On the rocks es el título de lo nuevo del ex Rodriguez que el 1ero de junio aterrizará en las bateas. Con invitados de la talla de Calle 13, Pereza, Diego El Cigala, Vicentico y Enrique Bunbury, el álbum contendrá doce canciones de diversos estilos, entre ellas, “Los divinos", el primer corte de difusión que ya suena en las radios de todo el país.
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