Seguramente, la historia del Orfeo Superdomo guardará la noche del 24 de enero de 2010 y el recital de Metallica en un rincón tan glorioso como la del 3 de marzo de 2008. Allá lejos y no hace tanto tiempo, Bob Dylan bajaba hasta Córdoba par una concierto único para...poco más de 2.500 personas. Entre la apatía de aquella concurrencia y el lleno total de este domiengo con 10.000 entradas agotadas en 8 horas, la plaza mediterránea volvió a colgarse el cartelito de apetecible para números de alta convocatoria. Pero ese es otro tema.
Lejos de algunas visiones previas que daban a Metallica de sus días de gloria y obligados a cumplir un compromiso, la banda invenrtora del thrash metal brindó un show cercano, descomunalmnete al palo y para nada concesivo. Uno de los puntos más atractivos del concierto de este domingo, mejor dicho el que lo volvía completamente irrepetible, era justamente su calidad del único programado en un recinto cerrado tipo arena de la excursión argenta, aunque no era solamente eso, por supuesto.
James Hetfield, Lars Ulrich y compañía estuvieron mucho más a la altura de una fecha histórica y fueron una máquina de disparar hits, de una lista que difirió bastante del set de las 2 fechas en River. Así, los muchachos recostaron el repertorio en el Black Album y Death Magnetic, a diferencia del tracklisting de estadios que, desde México a Buenos Aires, abrevaba en Ride the lightning. En rigor de verdad, ni el más optimista de los fans que se pegaron al vallado tenían en mente que al cierre con "Seek & Detroit" Hetfield bajaría del escenario para tener un mucho más próximo baño de multitudes y había que ver las caras de los fans a los que les acercaba el micrófono para corear las tres palabritas del estribillo. Esa quizás sea la postal más elocuente de lo bien que parecen haberla pasado el grandote y el resto del personal en escena durante la excursión a Córdoba.
"Córdoba, son hermosos. Podemos llevarlos con nosotros al próximo show?", largo James cuando promediaba la noche en el domo y ya dueño indiscutido del austero escenario, y el "Olé, olé, olé, oleeee...Metaaaallicaaaaa" atronaba ensordecedor. El batero en tanto, gusradó sus únicas palabras dichas directamente para el final, con una amenaza que más de 10.000 almas quisieron tomar como promesa: "No sé ustedes, pero yo no voy a esperar 29 años para volver a tocar aquí".
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